"El futuro nos convierte a todos en jóvenes promesas"

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Publicado el 27/09/22

La persona que se ha convertido en el primer jugador de alto rendimiento con discapacidad se caracteriza por ser un tenista ambicioso, trabajador y determinado –pero el deportista que ha conseguido este reconocimiento es también un hombre de una gran simpatía que solo responde a su apodo: Monty.

Habla deprisa riendo suavemente: las conversaciones con Monty toman extraordinarios rumbos en los que siempre es fácil encontrar algo relacionado con su propia experiencia personal.  Así, se puede empezar por su amor al pádel, al que juega en silla de ruedas y en el que llegó a ser número 1 de Cataluña solo dos años después de haber comenzado a practicar este deporte, para continuar con su oportunidad de convertirse en el primer jugador de pádel con discapacidad que ha firmado con Babolat: un trato que el mismo Monty describe como poco habitual pero esencial en el camino hacia la inclusividad en el deporte. 

"Normalmente Babolat se centra en cultivar "jóvenes promesas", comenta, "pero yo tengo ya 36 años. No obstante, creo que yo también soy un jugador prometedor, porque una promesa es algo que aún está por realizarse. Hace falta trabajar mucho para conseguirlo. Por eso todo el mundo de cara al futuro es una joven promesa."
 

"Puedes elegir la familia con la que vives"

 

Una discriminación por edad no tendría ningún sentido en el mundo del deporte para discapacitados, explica Monty. Y esta reflexión surgió en sus primeras conversaciones con el Trade Marketing Manager de Babolat. Monty impresionó al equipo Babolat con la teoría de que lo importante no era su edad sino lo que aún podía conseguir: al poco tiempo la compañía decidió a apoyarlo. Pero para Monty era importante convertirse en embajador de Babolat por sus propios méritos y no solo de manera testimonial: "Algunas marcas esponsorizan a deportistas con discapacidad solo como una actividad benéfica adicional," afirma. "Mi experiencia con Babolat no tiene nada que ver con eso: muy pronto pasé a formar parte de la familia, como ellos dicen." 

Otra de las frases de nuestra familia es perfectamente aplicable al pasado de Monty: "No puedes elegir la familia en la que naces, pero puedes escoger la familia con la que quieres vivir." 

Monty ha vivido toda su vida en una silla de ruedas debido a un tumor en la médula ósea diagnosticado cuando tenía tres meses. A los tres años, su familia se desplazó de Madrid a Barcelona y pronto le dejaron en un orfanato debido a sus dificultades económicas. Vivió allí hasta los 16 años. Fue entonces cuando descubrió el tenis.  

Este amor a primera vista por la raqueta y la pelota ha durado 20 años, de los cuales guarda buenos recuerdos de éxitos conseguidos como deportista y de sus siete años como entrenador en la Federación Catalana para jugadores con discapacidad. Su propia experiencia le ha permitido obtener una clara perspectiva de la complejidad del deporte para minusválidos: "Uno de mis compañeros, también deportista en silla de ruedas, me comentó una vez que lo que de verdad echaba de menos era volver a casa cansado, tirarse a la cama y caer liberándose de su propio peso. Yo nunca he sentido eso, aunque he vivido otras experiencias." 

Su carrera tenística ha estado marcada por las elevadas expectativas que él mismo se fija tanto en el deporte como en la vida. La felicidad de conseguir ganar torneos desaparecía totalmente durante las dos semanas necesarias para su recuperación, ya que con frecuencia sufría crisis nerviosas.

"El pádel me convirtió en una persona distinta"

 

Su cambio al pádel supuso la desaparición casi milagrosa de esas malas sensaciones. ¿Cómo? Compartiendo su lado del campo con otra persona y asumiendo todo lo que ello supone. Esto le estimulaba a crear una buena relación con todos los jugadores que iba conociendo por si en algún momento se convertía en su pareja de juego. "Esto te permite vivir esta experiencia como algo agradable, sin tanta competitividad," afirma, "hasta el punto de que creo que el pádel me ha convertido en una persona mejor."

Incluso ha elegido cambiarse de nombre para empezar esta nueva vida. "Prefiero que se me conozca solo como Monty – con "y"no con "i", declara. Monty es un apodo basado en su nombre oficial, el cual prefiere no utilizar. "Cuando empecé a jugar al tenis, mi apodo era "Peque" (de "pequeño"), pero ya es hora de que crezca, así que ahora soy Monty", dice echándose a reír.

A Monty no le gusta hablar mucho sobre todos los obstáculos que tiene que superar una persona en silla de ruedas para jugar al pádel, o a cualquier otro deporte realmente, porque le aburre toda esa edificante retórica en torno a la gente con discapacidad. "Lo que pasa es que mi discapacidad es claramente visible," comenta, "pero puede que las discapacidades de otras personas no se aprecien a simple vista. Por ejemplo, aquellos con problemas de salud mental. O gente con un trabajo difícil o que se pelean con su familia. Mucha gente puede que tenga que hacer enormes sacrificios para superarlo, más que yo.  

"De hecho, no me gusta que me admiren solo porque juego al pádel: me gustaría ser admirado porque soy un buen jugador." Ese es el sentimiento que mejor representa al primer deportista con discapacidad de la familia Babolat.