Miguel Ángel Moyá :
«Socializar es casi lo mejor del pádel»

3 minutos de lectura
Publicado el 12/10/23

Cuando Miguel Ángel Moyá se retiró como futbolista hace unos años, había logrado convertirse en uno de los porteros más destacados de la última década en la primera división de La Liga, la máxima competición española de fútbol.

Pero a pesar de haber conseguido aparentemente casi todo lo que podía en la disciplina que había disputado, Moyá seguía deseando dedicarse a otro deporte (el pádel) a alto nivel y, aunque con claros límites, ver adónde le llevaba una aventura deportiva completamente nueva.

«Una vez que has sido jugador profesional, el deporte de todo tipo siempre sigue formando parte de ti, independientemente de lo que hagas después», explica Moyá, con 39 años en la actualidad y que militó en la Real Sociedad, el Atlético Madrid y el Getafe en La Liga. «Siempre supe que, cuando colgara las botas, me centraría sobre todo en practicar otros deportes que no tuvieran nada que ver con el fútbol. «En cuanto a deportes de red, por ejemplo, mis tres favoritos son el pádel, seguido del tenis y el vóley playa».

Tras décadas jugando al fútbol, Moyá disfruta ahora de ser embajador de pádel para Babolat, su nueva prioridad y reto. Y en este terreno, relativamente nuevo aún, ha encontrado algunas similitudes y diferencias clave entre ambos deportes.

«Al igual que bajo los palos, en el pádel la acción se desarrolla en un espacio relativamente pequeño donde las paredes son muy importantes, y donde hay que reflejos rápidos y tomar decisiones a la velocidad del rayo», señala. Por otro lado, «como portero, pueden pasar hasta cinco minutos entre cada una de tus intervenciones en el juego. En el pádel, hay que aprender a manejar marcos temporales mucho más cortos y, si se comete un error (como jugar un remate defensivo y golpear el cristal de la pared, por ejemplo) hay que saber sobreponerse cuanto antes y volver al juego».

A Moyá nunca le ha asustado fijarse objetivos ambiciosos dentro o fuera del terreno de juego. Cuando era portero de la Real, el equipo de San Sebastián, aprendió euskera, uno de los idiomas más difíciles de dominar del mundo.

Pero Moyá también tiene los pies en la tierra y se da cuenta de que, en el pádel, ciertas áreas como convertirse en comentarista televisivo de este deporte, como sigue haciendo regularmente con el fútbol, pueden quedar fuera de su alcance. «Cuando escucho a los comentaristas de televisión durante los partidos de pádel, hay cosas que sólo aprecio gracias a que ellos las señalan. Digamos que un jugador congela a un adversario o que su lob se queda corto: eso puedo verlo. Pero desde luego, no soy capaz de fijarme en los puntos más concretos y técnicos del juego con la misma rapidez que un comentarista de pádel experimentado».

Sin embargo, su pasado futbolístico sigue formando parte de su experiencia en el pádel de otras formas, como cuando sus rivales se enteran de que era jugador profesional de fútbol. «Cuando algunos de ellos descubren que tienen la oportunidad de darle una paliza a un exprofesional como yo en la pista de pádel, aunque sea en una disciplina muy diferente a la que yo jugué, no quieren dejar pasar la oportunidad», se ríe.

Pero, independientemente de que gane o pierda, Moyá también valora el pádel por las oportunidades de socialización que ofrece una vez que él y sus adversarios han salido de la pista. Eso es algo que, como profesional del fútbol que necesitaba entrenarse a diario para jugar al más alto nivel, ni él ni sus antiguos compañeros podrían soñar con disfrutar.

«En el pádel, tal y como lo juego ahora», dice, «siempre hay tiempo para tomarse un par de cervezas o unas tapas después, y esa 'tercera parte' del juego, el lado social, es casi la mejor de todas».

Los jugadores profesionales del Equipo Babolat pueden jugar con un modelo personalizado diferente al equipamiento que aquí se representa.

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