¡Bienvenido al universo del pádel!

Sabes cuantos resultados  aparecen si tecleamos la palabra “pádel” en un buscador web? Más de 82 millones de resultados. ¡una barbaridad!. Y eso que es un deporte relativamente joven, que está a punto de cumplir los 60 años, pero está claro, que desde sus comienzos, está dejando huella en la historia del deporte mundial. El pádel  se ha vuelto adictivo para todos los públicos. 

Como lo pruebes, te engancharás. Pero ¿por qué? 

 

El pádel es deporte, diversión, convivencia, accesibilidad, desafío, es un estilo de vida que no diferencia entre sexos, edades o nivel. Cualquier jugador de deporte de raqueta se puede identificar con el pádel ya que ofrece las sensaciones y golpes del tenis, del squash y del badminton.  

  • El pádel tiene la capacidad de unir y crear una comunidad en la que siempre te sientes bienvenido, desde el primer instante en el que coges una pala y entras en pista. Si, si…una vez entras en la pista, ya no hay marcha atrás: eres un padelero.  

  • Nos aporta bienestar físico, ya que nos tonifica, fortalece el corazón al ser un deporte anaeróbico y mejora nuestra coordinación y reflejos. Cada partido que juegues, irás mejorando y sintiéndote más fuerte.  

  • Mentalmente, sus beneficios también son múltiples: Elimina el estrés y la ansiedad, nos aporta seguridad y confianza y facilita la sociabilidad. Ideal para tod@s

¿Y cuando acaba el partido qué?  Aquí viene la otra parte del pádel, la que sucede fuera de la pista, sin palas, bolas o tensiones. Compartir unas tapas alrededor de una barra, comentando el partido, tu estresante día laboral o simplemente arreglando el mundo a tu manera. Es el momento de desconexión, de desestresarse y  de sentirse bien con uno  mismo. Es el momento de conectar con tus amigos, familiares, compañeros de pista o con tu equipo. Es el espíritu del pádel que te equilibra física, mental y emocionalmente  y al día siguiente quieres más. 

El pádel tiene 3 fases

  • El prepartido: Tu teléfono arde de los whatsapps de tus grupos de pádel, llegas al vestuario, te cambias la ropa de tu día a día por la equipación de pádel. Cambias el chip, ya no eres un/a “trabajador”, ahora eres padelero/a.  

  • El partido: ahí lo vas a dar todo, no hay amigos, no hay bola que se resista, vas a por todo, pero al final aunque pierdas el punto te quedas con la sonrisa. 

  • El postpartido: bebida fresquita y tapitas de recovery, comentar “la jugada” y a reservar pista para la próxima quedada. Ya  tienes la mente en el próximo día.

 

El pádel ha llegado a nuestras vidas para quedarse, pero ¿Cómo sucedió?

 

Realmente no se sabe con exactitud dónde nació ya que hay varias versiones. La que más suena hoy en día es que fue en México, a principios de los años 60, de la mano de Enrique Corcuera. Modificó una pista de frontón que tenía en su casa añadiendo una pared y una red y así llegó el pádel a nuestras vidas. 

Otros cuentan que el pádel empezó en los transatlánticos que desplazaban a los tenistas de América a Europa a jugar torneos. Como las travesías eran tan largas, tenían que seguir entrenando. El principal problema eran las bolas que caían al agua y como solución montaron una especie de paredes alrededor para evitarlo.   

Se calcula que en el mundo hay, nada más y nada menos, que unas 25.000 pistas de pádel repartidas por clubes, urbanizaciones, colegios, hoteles…Va más allá del entorno deportivo. Según un estudio, en 2018 alrededor de cinco millones de personas habían jugado a pádel y  ya se practica en los 5 continentes. 

Cada vez somos más  los “enamorados” del pádel y en Babolat, sabemos que todos llevamos un “padelero” en el interior. ¿ y Tú, ya has sacado el tuyo?