“Es mi victoria, es mi derrota. Me hago responsable de ambas cosas.” - Sofia Kenin

Los oponentes de Sofia Kenin tienen suerte de tenerla a una pista de distancia cuando juegan contra ella.

Kenin, una joven de 21 años segura de sí misma y con un título de Grand Slam en su haber, mira directamente a los ojos y contesta a las preguntas con una voz más autoritaria de lo que uno se espera. Sus respuestas, en ocasiones suavizadas con una breve sonrisa, son rápidas y directas. Desde la distancia de seguridad de 2 m desde la que conversamos en la Chris Evert Academy en Boca Raton, ni siquiera el deslumbrante sol de Florida consigue atenuar el penetrante brillo de sus ojos castaños.

Tras tan solo unos minutos, no cabe duda de que es una joven que ya ha alcanzado cosas especiales y que está impaciente por volver a las pistas para conseguir más.

La interrupción por el coronavirus ha sido, desde un punto de vista deportivo, bastante frustrante para ella. “El virus ha ralentizado todo, por supuesto – comenta –. Después de ganar el Open de Australia, todo iba rodado. Ahora, estos últimos meses, me cuesta a veces mantener la motivación. ¡Pero mi padre me ayuda con ello!”

Alex Kenin, un jugador amateur, ruso de nacimiento, que está sentado unos metros más allá, ha sido la fuerza motriz en la vida de Sofia. Después de que la familia se mudara desde Moscú a Pembroke Pines en Florida, pasando por Nueva York, reconoció rápidamente la aptitud y el ansia por jugar de Sofia y pidió consejo al entrenador Rick Macci, quien también desempeñó un papel similar en los inicios de las carreras de Venus y Serena Williams.

“Rick nos ayudó a establecer los cimientos del juego de Sofia – comenta Alex –. Luego vi muchos partidos, estudié cómo jugaba la gente y tomé el relevo.”

La motivación nunca ha sido un problema. “Hasta donde logro recordar, siempre he querido jugar – comenta Sofia –. Antes, estuve haciendo un peloteo intenso y me di cuenta de que este deporte está hecho para mí. Tan pronto como le di a la bola con mi raqueta Babolat, sentí que era lo que necesitaba. Me encanta formar parte de la familia Babolat y nunca se me ha ocurrido cambiar.”

La mayoría de los deportistas se ven en la disyuntiva de elegir entre querer la comodidad de ganar y perder en un equipo o ir por libre. “Definitivamente prefiero ir por mi cuenta”, contesta en un tono que no admite duda. “Es mi victoria, es mi derrota. Me hago responsable de ambas cosas.”

Después de jugar en eventos junior por toda Florida, Kenin logró su primer éxito al ganar el Orange Bowl, considerado el evento junior más importante del mundo, en Plantation, Florida, en 2014. “Esa victoria me dio mucha confianza – comenta –. Jugué la final contra Ingrid Neel, estábamos ambas bastante nerviosas, pero gané 6-3, 6-3.”

También estaba nerviosa cuando perdió contra su ídolo, Maria Sharapova, en la tercera ronda del US Open en 2017. Pero Kenin disfruta claramente con los desafíos y, después de vencer a otra jugadora alta, Garbiñe Muguruza, y ganar el título australiano, ha demostrado que su corta altura – mide 1,66 m – no es un obstáculo. “Soy más rápida que las jugadoras altas – explica – Tengo más variedad, las muevo por la pista con efectos cortados y dejadas, y me encanta resolver con ritmo.”

Los ojos castaños centellean.

Parece que a Sofia Kenin le espera un futuro lleno de éxitos.