"Cuando se trabaja con jóvenes, creo que es muy importante ser siempre constructivo y animarlos" - Hongyan Pi

A los 20, a la embajadora de Babolat Hongyan Pi sus entrenadores le dijeron que era demasiado baja para ser internacional. No solo demostró que se equivocaban, sino que, ahora, como entrenadora de algunos de los mejores juniors de Francia, alienta a los jugadores a demostrar que la altura no lo es todo.

El que es deportista, deportista se queda, incluso cuando los únicos partidos que juega están en su mente.

Hongyan Pi, que se retiró del bádminton internacional en 2012, siguió compitiendo a nivel de club en Francia hasta el año pasado, cuando un problema de rodilla recurrente le obligó a retirarse. Pero, incluso como una entrenadora respetada, dice que sigue pensando como una jugadora.
 
“No me considero una buena espectadora – admite Hongyan –. Ahora, cuando veo un partido de bádminton, siempre estoy analizando. Quiero descifrar los puntos fuertes y débiles del jugador, analizar su estrategia. Cuando veo un partido de tenis, puedo disfrutarlo como espectadora, pero, cuando veo un partido de bádminton, estoy analizándolo todo el tiempo.”
 
La mente analítica de Hongyan refleja lo que era como jugadora, porque siempre tuvo que apoyarse más en su inteligencia que en su destreza física. A los 20, dejó de formar parte del equipo nacional de China porque, con 1m64 de altura, se la consideró demasiado baja .
 
Eso la llevó a mudarse a Europa, inicialmente a Dinamarca, donde estaba jugando cuando Babolat se convirtió en su patrocinador principal en 2001. Mantienen desde entonces una estrecha colaboración.  “He crecido junto con la marca – comenta Hongyan –. He sido testigo de cómo el nombre de Babolat ha ido creciendo en el mundo del bádminton.”

Se trasladó a Francia a finales de 2003, donde aceptó una invitación para integrar el equipo nacional francés. Aunque su entrenador en China no creyó en ella, alcanzó el nº 2 en la clasificación mundial y ganó numerosos títulos, así como medallas en campeonatos europeos y mundiales.
 
Por su estatura, Hongyan siempre tenía que adelantarse a sus oponentes y apoyarse en sus fortalezas deportivas y defensivas. Le complace ver que ahora los entrenadores ponen menos énfasis en la fuerza y en la estatura que cuando ella estaba aprendiendo a jugar.
 
“Cuando ves hoy a los mejores jugadores de bádminton del mundo, ves que todo tipo de jugadores tiene éxito, jugadores con todo tipo de juegos diferentes – comenta –. Hay chicas que miden solo 1m54 y que se han convertido en campeonas mundiales.”

“Hoy, hay jugadores con muy buena técnica, otros con mucha potencia, otros que son unos grandes estrategas y otros que cubren muy bien la pista. Eso hace que sea muy difícil saber quién va a ganar el partido. Por ejemplo, cuando un jugador atacante se enfrenta a un jugador defensivo, no se sabe quién va a ganar. Lo que más me gusta es que hay una gran diversidad de estilos de juego, lo que, creo, hace que resulte más interesante para los espectadores.”
 
Hongyan, que ahora tiene 41 años, dice que el hecho de que le dijeran a los 20 que no tenía futuro al nivel más alto le perjudicó moralmente durante muchos meses después. “Pensé que mi carrera se había acabado – recuerda –. Estaba muy desanimada y pensé en abandonar el bádminton. Durante un año, apenas pude ganar un partido. No tenía ninguna motivación.”
 
Esa experiencia personal ha llevado a Hongyan a ser siempre positiva cuando ayuda a entrenar al equipo junior de Francia.  “Cuando juegas con jugadores jóvenes, creo que es muy importante que el entrenador sea siempre constructivo y alentador, porque puedes destruirles la moral”, comenta. 
 
“Trato de ser positiva con todas ellas, incluso cuando pienso que algunas chicas tienen más potencial que otras. Tratas de motivarlas a todas ellas porque aún son jóvenes y no sabes lo que les puede pasar en los próximos años. Hay que tratar de ayudarlas a todas a ser lo mejor posible.”
 
¿Acaso Hongyan echa de menos jugar? “Sí, un poquito. A veces sueño con entrenar de nuevo, con competir de nuevo. Sigo disfrutando de la sensación de empuñar una raqueta. Pero sé que la decisión de parar ha sido lo mejor para mi cuerpo.”