Fernando Poggi, “la bestia”, campeón del mundo y pionero en la televisión y redes sociales

“¡Te avisé!”, es lo que Fernando Poggi podría decir a sus rivales al final del partido. Conocido en el circuito como “la bestia”, su metro noventa y cinco y sus 95 kilos se elevan en un remate en suspensión que, durante años, fue uno de los golpes más espectaculares del circuito de pádel. Un golpe prácticamente imposible de devolver porque le daba a la pelota desde una altura de cinco metros. 

Las ventajas de jugar a varios deportes. El argentino comenzó jugando al tenis, pero también jugaba mucho al voleibol y se convirtió en campeón del mundo de pádel.

Ahora, Poggi empieza a despedirse poco a poco del pádel. Sigue jugando, pero cada vez se le ve más en otros ámbitos. Ahora pone en las redes sociales la misma garra que demostró como jugador y con la que lograba arrinconar a sus oponentes. 

“Me gusta la tecnología – comenta –. Tuve una compañía de Internet hace 20 años. Y en las redes sociales se me conoce por ser el primero en haber dado clases de pádel en televisión, en un programa llamado “En acción” en Telemadrid. Daba clases, hacía entrevistas, ... Aún hay más de 30 programas en YouTube. Era como un profesor online, la gente me conocía por eso. Hay vídeos que tienen más de un millón de reproducciones.”

El entusiasmo de Poggi al hablar es palpable. Quiere recuperar su lugar como autoridad de pádel en televisión y en las redes sociales. “También fui uno de los primeros en llevar una GoPro a los torneos.” Hice "El mundo de Fer Poggi". Grababa en episodios de 5 a 10 minutos todo lo que ocurría entre las bambalinas de las sesiones de entrenamiento y de mi vida.”

Como la mayoría de los argentinos, Poggi se pasó al pádel después de una primera etapa jugando al tenis. Era un buen tenista, pero nunca quiso pasar a profesional porque eso significaba viajar. Su madre quería que estudiara y eso es lo que hizo: estudió y se quedó en Argentina. 

Gracias a esa decisión, empezó a crecer en pádel. 

Del tenis a campeón del mundo de pádel

 

Acabó decidiendo marcharse de Argentina para ver si realmente era tan bueno. Jugó en un tour profesional en Europa con Gustavo Pratto en 2000, pero la pareja se separó después del verano. Es lo mejor que le podría haber pasado. Conoció a Cristian Gutiérrez y fue amor a primera vista, con resultados rápidos. Ese año ganaron a la pareja número uno, Hernán ‘Bebe’ Auguste y Juan Martín Díaz. 
 

En febrero de 2001, decidió instalarse en Madrid. “Tenía una compañía de Internet con un amigo. Era joven y emprendedor. Vi que en España este tema estaba desarrollándose y decidí establecer la empresa en Madrid y quedarme a vivir ahí. En 2005 vendí mi parte, pero fueron buenos años, empezamos 2 y acabamos siendo 16. Hicimos cosas interesantes. Siempre me gustó hacer negocios, estar en contacto con la gente.”

La carrera de Poggi en el pádel también estaba desarrollándose. “En 2005, me dediqué 100% al pádel, había tantos torneos. Llegué al top 8 y me quedé en el top 10 durante una década. La mejor temporada de todas fue la de 2012, que jugué con Cristian Gutiérrez, porque me convertí en campeón del mundo en Barcelona. Fue una semana espectacular.”

Final de su carrera como jugador

 

A pesar de seguir jugando en torneos y estar en el top 100 mundial, Poggi sabe que está llegando al final de su carrera. “En 2019 firmé con Babolat como embajador de la marca con la intención de moverla a nivel internacional. Estoy encantado con Babolat porque es una gran pequeña familia. Les doy muchos consejos sobre el material, el producto, trato de hacer que todo sea lo mejor posible.”

Ahora tiene una academia de alto rendimiento, el M3. “La academia ha hecho que me oriente más hacia los niños. Trato de aconsejarlos y ayudarlos lo mejor que puedo. Lo cierto es que todo ha cambiado bastante en cuanto a potencia, velocidad y físico. Me encanta Ale Galán y Juan Lebrón, que son ahora la pareja número uno y que también entrenan en nuestra academia.”

¿Hay vida más allá del pádel? Sí, Poggi tiene una nueva pasión: el crossfit. Por si a sus rivales les quedaba aún alguna duda de que entre ellos hay realmente una bestia.